Es uno de los economistas del momento y, ante todo, una voz relevante en la información y concienciación sobre el cambio climático. Catedrático de Economía Aplicada en la Universidade de Vigo, Xavier Labandeira es un experto independiente miembro de Rede, un grupo de investigación que aborda los aspectos económicos relacionados con la innovación, la energía y el medio ambiente. También dirige la Florence School of Regulation-Climate, una tribuna que le permite dar una mayor proyección a sus trabajos sobre las políticas climáticas.

1.- Comencemos por un tema de actualidad que tiene mucha relación con el cambio climático: el incendio que arrasa la región portuguesa de Pedrógrão desde el pasado fin de semana. En un artículo reciente asegura que sus consecuencias habrían sido menores si el Gobierno luso hubiera sido consciente de que los efectos del cambio climático avanzan rápidamente y vienen para quedarse. ¿Quiere decir que no nos queda otra que adaptar muchas de nuestras políticas públicas a este fenómeno para lidiar con sus consecuencias?
En el cambio climático hay dos aspectos relevantes a tener en cuenta: la mitigación y la adaptación. Cuando hay un proceso de cambio climático, cuanto más se mitigue hoy, más se va a minimizar este fenómeno y sus consecuencias en el futuro. Grandes incendios como los que estamos viendo estos días deben hacernos reaccionar porque todos los expertos científicos afirman que el cambio climático ya está en marcha y que, de hecho, la temperatura media global ya subió un grado respeto a la época preindustrial, que no es baladí. Con este panorama, los expertos dicen que tenemos que estar preparados para adaptarnos. ¿La lección de Portugal? Primero, intentemos hacer cosas que eviten que estos fenómenos empeoren en el futuro y, segundo, adaptémonos a través de otro tipo de políticas públicas, de gestión forestal, de políticas de emergencias y alertas y no sólo eso, sino también analizar qué tipo de cubierta vegetal nos conviene. En este caso, los eucaliptos y los pinos podrían haber sido positivos para un clima portugués de hace 60 años, pero a día de hoy pueden convertirse en un problema.
2.- En los últimos días se ha comparado lo sucedido en Portugal con lo que puede pasar en Galicia y España, dadas la proximidad geográfica y similitudes en especies arbóreas y condiciones climáticas. ¿Qué cambios más evidentes vamos a experimentar los gallegos debido a este fenómeno?
Primero, tenemos que ser conscientes de que esto es un problema, de que hay cambios importantes y que hay que estar preparados para ellos. Esto seguramente implica debatir sobre el tipo de cultivos, el tipo de actividades relacionadas con el clima y prepararnos para los cambios. Los expertos en este fenómeno pueden aportar recetas más eficaces, pero lo que está pasando en Portugal y en nuestro país debe ponernos en guardia.
3.- ¿Puede Galicia o España tomar como modelo o referencia a alguna otra región o país del mundo? ¿Qué características peculiares nos diferencian en este nuevo escenario climático?
Hay países del norte de Europa que nos llevan ventaja, lo cual en ocasiones se debe a que existe una demanda de sus ciudadanos en favor de políticas públicas e iniciativas privadas en favor del medio ambiente. Pero este tipo de desastres no solo tiene que ver con si el país está más concienciado o no, sino también con su situación socio-económica y las vulnerabilidades existentes.
4.- Usted incide en la necesidad de tomar conciencia de que el cambio climático es un fenómeno real, pero eso no se percibe así en la sociedad. ¿Hay que hacer más esfuerzos en comunicación?
Todo el mundo debe estar interpelado, hay que dar información que sea rigurosa y que no se ponga en entredicho. El mundo académico tiene mucho que decir en este aspecto y los decisores políticos, las empresas y los ciudadanos deben tener en cuenta esta información para actuar.
5.- A pesar de que parece que el cambio climático no tiene discusión entre la mayoría de la población, todavía hay sectores que consideran que el fenómeno no se debe tanto a la acción del hombre, sino a una etapa más enmarcada en el ciclo vital de nuestro planeta. ¿Cree que pensamientos como estos son un obstáculo para evitar un mayor calentamiento global?
Solo puedo decir que esa gente está claramente desinformada. Estamos en un proceso de cambio climático ocasionado por el hombre y la ciencia incide en ello desde hace bastantes años. No conozco a demasiados que mantengan esa opinión a día de hoy, pero sí  es cierto que hay personas desinformadas o que tienen intereses ocultos. Sin embargo, creo que negar el cambio climático ocasionado por el hombre no tiene sentido con la evidencia científica existente: es como poner en duda la evolución o ciertos principios básicos de la medicina..
6.- En su libro “Capitalismo versus cambio climático”, la periodista Naomi Klein aporta rigurosos y documentados argumentos en favor de la existencia del cambio climático y cómo poderosas élites económicas y políticas hacen lobby para circular un discurso en su beneficio. ¿Están ganando terreno los negacionistas?
Puede haber sectores que se vean perjudicados por la mitigación de las emisiones de dióxido de carbono y que realizan labores de lobby para intentar intoxicar y manipular. No digo que esto no ocurra, aunque es fácil contraponer información seria y rigurosa a dicha manipulación. Pero digo más. No todos los lobbies se dedican a tergiversar o pelear por sus intereses. De hecho, basta con ver lo que sucedió en Estados Unidos hace unos días, donde empresas que en teoría tienen mucho que perder con las políticas climáticas, pedían a Trump que no saliera del Acuerdo de París. Para muchas de esas compañías, la dinámica deseable puede ser la de transformarse y buscar nuevos nichos de negocio que les permitan sobrevivir en un futuro en el que saben que los combustibles fósiles no tienen mucho sentido. En relación con el libro de Naomi Klein, creo que no es acertado culpar al capitalismo del cambio climático. Otros sistemas económicos han sido tan negativos como éste en relación a la protección ambiental y no cuentan con instrumentos que permitan corregir su funcionamiento. Hay que tener políticas correctoras serias y potentes y ser capaces de manejar una transición donde va a haber perdedores. Ese proceso se puede gestionar con compensaciones  a los perjudicados que permitan, por ejemplo, fomentar unas actividades de futuro en zonas afectadas por procesos de reconversión de la industria. El cambio climático traerá además muchas oportunidades económicas y hay que intentar usar a los distintos agentes económicos para favorecer el crecimiento y la protección ambiental.
7.- El uso de la energía es clave para frenar el cambio climático. Llevamos décadas hablando de prescindir de los combustibles fósiles, pero ahora países como Japón buscan fuentes alternativas no renovables como el gas natural a partir de hidrato de metano. ¿Qué falla para que países como España, con gran dependencia energética, no impulsen de una forma aún más decidida las energías limpias? ¿Es solo una cuestión de rentabilidad de las empresas?
En los últimos años, las tecnologías renovables en España (y el resto del mundo) maduraron mucho y experimentaron un progreso muy importante en términos de coste y efectividad, por lo tanto, tan mal no se hizo. Ahora bien, siempre es necesario buscar transiciones viables, dado que no se puede gastar en promoción de renovables cantidades inmensas de dinero que no sean coste-efectivas para lograr los objetivos climáticos marcados. Tenemos que buscar ese equilibrio en las transiciones, haciendo que todas las posibilidades de reducción de emisiones, en diferentes sectores, se vayan adoptando de una manera eficiente. En el sector eléctrico las renovables tienen un futuro muy claro y en poco tiempo vamos a contar con sistemas eléctricos donde los combustibles fósiles jugarán un papel muy pequeño. En el transporte seguramente también habrá grandes avances, que dependerán de la evolución de las baterías, que también están progresando satisfactoriamente. Es un proceso continuo, en el que tenemos que seguir insistiendo, pero es perfectamente posible pensar en un mundo descarbonizado en un horizonte de 30 años. Hacia 2050, el consumo energético procederá en su mayoría de energías limpias porque las tecnologías lo permitirán a un coste bajo. No soy negativo en ese campo. Creo que lo más importante es gestionar esa transición de forma inteligente y no gastar más recursos de los necesarios, como pudo suceder en España y otros países antes de la crisis. Pero, al mismo tiempo, no se puede prolongar un sistema continuista no eficiente: necesitamos incentivos potentes par avanzar en la transición. La tecnología está avanzando mucho, sobre todo por el impulso de compañías que, con ello, buscan ahorrar, ser más eficientes y ganar dinero vendiéndola. Tienen que funcionar las políticas públicas para promover esos incentivos pero también para crear un marco adecuado en el que los distintos agentes económicos jueguen un papel fundamental.